miércoles, junio 18, 2008

Volví

Sí, volví y no hice ni soy millones ni nada. Simplemente me volvió la inspiración no repetitiva y las ganas de hacerme cargo de esto.
Ayer me llegó un mail de un alcohólico y fumador anónimo preguntándome por qué ya no escribía nada entre muchos otros halagos que no me cayeron del todo bien (No me gusta que me comparen ni igualen con otros escritores.Yo soy única en mis defectos y virtudes al igual que cualquiera. Y tampoco soy una filósofa, poetiza, revolucionaria, ni nada. Estoy aburrida y la pc me funciona decentemente entonces escribo como podría jugar al Battle field o intentar meterme en las páginas del gran y decadente imperio.) No le respondí el mail...honestamente no sabía qué responderle ni tampoco me interesó mucho su blog...me hizo recordar a un boletín semanal de cultura al que me había subscripto y no era más que una pedantería escrita por algún individuo que sabía los títulos y subtítulos de las cosas y nada más. Honestamente estoy cansada de esa gente por no decir que me repugna
¿Cúal es el problema de decir "no sé"? ¿Tan difícil es quedarse en silencio y/o preguntar? ¿Qué necesidad hay de querer "mandarse la parte"?
Estos individuos son un fiel reflejo de la sociedad moderna (si se la puede denominar de esta forma) y en contraste (bueno o malo) me tienen a mi que parezco una máquina de quejas o un monumento a la moralidad. Pero la realidad es que hoy en día nadie sabe a ciencia cierta qué es o no es la moral entonces me ponen o tiran a mí ese título o a veces simplemente me llaman "renegada" (y yo estoy de acuerdo).
No voy a seguir aburriendo al que me esté leyendo con ésto. Volví y aca estoy, no sé por cuánto tiempo, pero sigo y lo único que les pido, estimados lectores, es que si van a comentar comenten cosas coherentes, no me analicen como si fuese algún bicho o cosa rara o simplemente dejen saludos o no digan nada.

domingo, marzo 09, 2008

Eres lo que lees

Lo leí y lo escuché. Aplausos infames ante el dolor. Aplausos infames ante la carencia, la desesperación, el abandono en todos los sentidos y formas. Aplausos infames ante el adelantado ocaso proporcionado por quienes lejos de ser dioses,estan más cerca a ser la nada misma.
Un último grito adolorido, un último suspiro y el sufrimiento acompañado de la bella humillación concluye librando al pobre ser de un destino que lejos de ser digno, fue una linda delicadeza para el nefasto hambre de un ser aún más insignificante que cualquiera que estuviera en aquella habitación de pesadilla.
Adios alma que recorrió los peores caminos, adiós ser que supo abrirse un pequeño sendero entre las hostilidades y pesadas cadenas que lejos se der desechas por pactos, enseñanzas, costumbres, siguen existiendo y cada vez son más pesadas. Adios pequeño ser, ya no le perteneces a nadie mas que a ti mismo y así las cosas deben ser.
Aplausos, halagos, felicitaciones y atenciones. El maestro de la obra aparece presediendo la funesta escena con una falsa humildad agradeciendo aquellos sangrientos y putrefactos laureles. Comienza a hablar, todos se admiran de la simple y absurda explicación a lo acabado de ocurrir, todos se conmueven ante su "tu eres lo que lees" y todos le piden que repita su gracia.
El mundo se aleja, todo se torna un mar negro de sueños y pensamientos confusos, mezclados y alguno que otro ineventado. El cielo se cierra, la tierra se torna árida y sin vida. Suenan las campanas.
-Mi lady, ¿usted me perdonaría?
-No
-Lo comprendo...
-Usted no lo comprende ni lo comprenderá nunca. Usted no es solo un maldito esclavo de su ego sinó que para saciar su hambre y no permitir que este lo carcoma a usted, usa y abusa de todo lo que hay afuera sin medir ninguna consecuencia, ninguna circunstancia. Usted disfraza de telas nobles y objetos lujosos la inaceptable ejecución de sus actos.Usted tiene miedo, usted es inseguro, usted es insignificante y no merece mi perdon ni el de nadie.
-Mi espada está sobre su cuello
-...No sea ingenuo. Apagando las luces a destiempo y cuando a usted le place no hace más que encender una hoguera, la más brillante y potente de las hogueras; Su hoguera en la que se reducirá hasta que de usted no quede nada, ni un recuerdo, ni su nombre.
Al volver en mi, ya no había nadie en la habitación. Solo una leve sombra que me miraba y se despedía con gran solemnidad, como un amigo al irse al exilio, como un hermano que sabe que nunca va a regresar. Aplaudí y vítoree su adquirida libertad, me agradeció y se escabulló por un rincón de una pared.
Decidí salir. Encontraría al genio, encontraría a aquel falso dios y los cielos volverían a abrirse, la tierra dejaría de ser árida.
Mis sentidos se agudizaron buscando su rastro, su olor, el sonido de su voz y de sus pasos. Al encontrarlo me paré frente a él. Lo miré a los ojos, la sangre hervía y todo nuevamente volvía a centrarse en él (tal como a él le gustaba).
-¿Acaso te gustaría un autógrafo?
-No
-¿Una foto tal vez?
-Tampoco
-No me hagas perder el tiempo por favor, estoy apurado.
-Yo también pero descuide que lo mio no va a tardar mucho.
Me miró con impaciencia largando un suspiro pesado y bajó la cabeza buscando un cigarrillo o simplemente mirando al suelo (mirando a su destino).
Lo embestí con fuerza contra el suelo. Me lancé sobre el con una fuerza que sobrepasaba los límites de mi físico y tal vez el de cualquiera que por allí pasara. Sentía cada gota roja ir y venir de aquí a allá por debajo de mi piel, culminando en el centro de mi ser. Tal vez yo ahora era el cazador y el cazador mi presa. Tal vez yo estaba cometiendo la misma infamia, el mismo egoismo y me vestía de noble venganza y tal vez tendría que reclamar una ovación, un desforme aplauso, un tímido halago. No, yo no quería nada de eso ni nada de nada. Yo tenía un motivo y con llevarlo a cabo me alcanzaba porque yo y solo yo sabía lo que estaba haciendo, los demás...eran tan solo los demás.
Se retorcía, chillaba, quería librarse de lo que tenía encima que bestia o persona, le causaba el mismo dolor. El nombre que recibiera no importaba, solo quería librarse de mi. De mi no se libraría, me libraría yo de él.
Le clavaba mis extraodinariamente afilados dedos en su cara deformando sus facciones, cegando aquellos ojos que habían disfrutado el paisaje de los prohibido. Desgarré la entrometida nariz que había olfateado lo ajena y arranqué una oreja (la primera que ví) que había caido en el éxtasis de la más insufrible de las sinfonías.
Los gritos, los llantos, la inexistencia de un arriba o un abajo, solo yo expandiendome y desvastando todo a mi paso como una plaga.
Mis rodillas presionaron sobre las suyas quebrándolas y sus pies evitaban moverse. Tal vez para evitar sentir más dolor o porque realmente ya no podían hacerlo ¿y qué importaba eso?
Mi mente era una sucesión de recuerdos dispersos en un remolino, ya no sabía qué era verdadero, qué era inventado y qué lo no creado aún.
Mis manos arrancaron su pelo y ablandaron su cuello, el parecía ahogarse pero no tenía que deshacerse. No todavía. Intenté destrozar la infame cavidad que se había autodeclarado como deidad. Muy débilmente y de manera casi inentendible preguntó por qué. Le grité que estaba leyendo lo que era.
Finalmente mis manos y sus estrafalarios y sobreafilados dedos se clavaron en él abriendole y desparramándole por todo lo que suponía ser el piso.
Era el piso y ahora estaba de pie. El cielo estaba calmo, nadie iba ni venía, las luces brillaban pálidamente reflejándose en lo que se había derramado.
-No pude leer nada.

lunes, febrero 18, 2008

La semana en el Valhalla: Roter Kristallträumer (...y el rey de la montaña)

...Aterrizamos de pie, pero seguiamos esparcidos por el aire. La casa ya no era casa, nosotros eramos la casa y el mundo que se refractaba en miles de colores a través de esa lluvia de cristal.
Las luces del norte dejaban de ser una mera memoria perdida en uno de mis tantos rincones, se había salido de mi y se representaban en aquellos destellos. Cada pedazo era un prisma, cada partícula de aquellos pedazos era un arcoiris y cada destello nos iluminaba.
Salimos de la casa, curiosamente ya era de día otra vez y todo se veía mas colorido, más vivo y el rey de la montaña saldría a recibirnos... ¿El rey de la montaña?
Me desperté. Era de día efectivamente y el sol me acariciaba la cara. La lluvia de la noche anterior parecia no haber existido jamás y yo estaba en mi nueva habitación tan impecable pero tan poco mía.
Se escuchaba música y yo conocía esa música... ¿tantos años en puntas de pie y no reconocer aquella música? Eso hubiese sido ridículo y hasta humillante, aún más cuando me había conmovido al escucharla por primera vez.
Estaba contenta y era extraño estar así ni bien me levantaba cuando por lo general no entiendo nada ni reconozco ninguna clase de sentimientos cuando lo hago...me convierto en un objeto inanimado pero móvil por unos minutos. Hoy era distinto.
Me quedé pensando en mi sueño, que al igual que mi extraña alegría, era extraño y no por los sucesos sino por ser la continuación de otro... uno jamás sueña lo mismo dos veces y mucho menos segundas partes como si fuera alguna clase de película o saga, aunque tal vez hubiese sido tan solo una mera casualidad que jamás se repetiría ni seguiría... ¿Y qué si esta saga era interminable? ¿que el sueño fuera la realidad o un conjunto de los dos?
Mudé mi campo visual pero mi mudanza fue interrumpida súbitamente. El color blanco y la sobriedad de aquella habitación ajena pero mia habían sido cortados de una forma grotezca pero que no dejaba de ser armónico a todo lo que venía sucediendo. En un rincón sobre una mesita había un montón de manzanas rojas y brillantes.


jueves, febrero 14, 2008

La semana en el Valhalla: Apfeldieb

Las multiitudes y los revuelos de gente. Siempre odié las multitudes y los revuelos de gente aunque me había acostumbrado a ellos al punto tal de serme indiferentes cuando formaba parte de aquella gran masa sin pies ni cabeza, coreografía interminable,recorrido sin final.
Afortunadamente lo encontré entre la multitud lo que terminó con mi crisis de estar perdida en una ciudad nueva y extraña.
Me saludó y lo saludé, dijimos trivialidades, sonreimos como idiotas (o solo yo) y salimos de ese lugar.
Afuera llovía pero el vehículo nos escondió de la lluvia por un tiempo. No decía nada, yo tampoco, la ciudad nos miraba con curiosidad y las luces de escurrían por las ventanas y el parabrisas.
- ¿Era la primera vez que volabas?
- ¿Qué?
-Si ya habías subido antes a un avión.
- Ah, sí. Muchas veces...pero nunca hice un viaje tan largo y mientras ahora donde estaba es de día, aca es de noche...sí...podría decir que es la primera vez que vuelo a un huso tan avanzado.
Nos reimos de mi estúpido chiste, aunque lo catalogó de "adecuado" ¿ Qué era algo adecuado para ese mundo suyo? Podría ser halagador tanto como un desprecio, no lo sabía.
Llegamos y ya no llovía pero el pasar de los autos daban la sensación de lluvia. Me quiso ayudar pero no lo dejé, ya bastante lo estaba haciendo y tampoco era tan débil como para no poder cargar ese mundo de cosas empaquetado. Simplemente no.
Entramos en un lugar muy limpio y ordenado, lleno de objetos curiosos del tipo que a mi me gustaría tener algún día...pero hoy no era ese día.
-¿ Querrías comer algo?
Eran las once de la noche, afuera llovía, pasarían otras diez horas hasta mi próxima comida y la última había sido hacia la misma cantidad de horas.
-No, gracias.
-Para mi no es ninguna molestia ¿ no querés comer nada?
-Así estoy bien.
Acomodarme, comunicarme con la base, hacerme a la idea de vivir ahi por una semana dio como resultado que se hicieran las doce y media...y era mejor irme a dormir.
Afuera llovería o pasarían muchos autos, no lo sabía. La cama era cómoda,no había un solo ruido en el departamento y el aroma a incienso estaba en todas partes.
¡Tengo hambre! ¡Tengo hambre! ¡Dame de comer! ¡Dame de comer ahora!
Los crujidos en mi interior, el silencio del lugar, la noche quieta y dormida interrumpida en tanto en tanto por algún auto o algún ocasional relámpago ¿Por qué no podía simplemente desmayarme de hambre? Y no era que podía interrumpir el sueño de otro para decirle que le había mentido, que realmente quería comer algo, no.
Entonces decidí aventurarme por la casa y guiarme por lo que me acordaba de ella cuando había luz y la poca de la misma que se colaba por las ventanas. Varias veces me choqué con muebles y puntas de mesas teniendo un ataque de pánico instantaneo de ser descubierta y sometida a un interrogatorio.
Llegué a donde quería y ahora me encontraba frente a lo que solucionaría mi ridículo e infantil problema causado por tan infantiles causas.
Abrí lo que para mi era el portal de la gula y en verdad lo era, había muchas cosas que me resultaban un deleite mental y abstracto...pero que me podrían costar un interrogatorio la mañana siguiente o que me catalogaran de ladrona. Y sí, yo estaba robando y me daba pena hacerlo y por eso tenía que elegir bien lo que iba a engullirme como botín...y ahí estaba frente a mi en un plato redondo y trasparente del mas normal vidrio que era común en todas partes.
Ahi estaba, sentada frente a una roja manzana que descansaba solitaria en un plato. Se veía apetitosa y como un manjar entre manjares (aunque a decir verdad, cualquier cosa en ese momento lo era). La tome, la examine de lado a lado con gran admiración como si fuera de oro, la oli, la sentí al tacto.
"Señora manzana, usted y yo nos vamos a embarcar en una aventura de la cual usted jamás volverá pero aseguro darle el mejor de los tratos posibles y que su existencia no haya sido en vano"
Era gracioso hablarle a un objeto inanimado como esa belleza roja y redonda ¿ y eso qué importaba si no había nadie para escucharme, leerme la mente o siquiera enterarse de mi robo?
Entonces después de robar la dichosa manzana,me la devoré desfachatadamente sin importarme las consecuencias de aquel robo,si alguien me estuviera viendo (¿quién?) o cualquier otro hecho.La manzana parecía de oro,se deshacía en mi boca y parecía la última manzana del mundo y yo tenía el gusto de masticarla,hacerla y deshacerla con mis dientes,mi lengua y dejarla caer en las profundidades de mi ser.
Era increiblemente dulce pero no llegaba a empalagarme, era fresca y sutil; Parecía estar viva y viva esparciendose dentro de mi. Un completo delirio.
De pronto sentí una mano y mi delirio por una menzana se convirtió en el horror hecho una extremidad de cinco partes abrazando mi hombro izquierdo e impidiendome alguna escapatoria, condenandome con el simple intercambio de tacto. Ante semejante situación, solo pude dar un grito ahogado.
Se sentó al lado mio y solo podía ver la mitad de su cara, sus ojos no eran mas que dos destellos o reflejos en aquella falsa oscuridad interrumpida por una débil luz proveniente de la gran caja. Me sonrío.
-Apfeldieb
-Puedo explicarlo...
Pero no me dejó explicar nada. Tomó lo que quedaba de manzana y le dio un mordisco entregándomela de nuevo.

miércoles, febrero 06, 2008

Francotirador

La frialdad de la llanura el silencio quieto precedido por los gritos de guerra de algún lugar no muy lejano. La piedra, el bosque, el viento, el silencio que se disfraza y desviste en un arcoiris de grises y pálidos azules. La espera, la tranquila ansiedad, un objetivo incierto, la última partida, el todo y la nada.
Se escuchan pasos, se acercan pero no me ven. Yo soy una piedra, un elemento más que hace a demás elementos del paisaje, de esta escenografía naturalmente hostil que se relame las heridas mientras espera.
El gatillo en el dedo mayor derecho, la mente afilada, los sentidos ampliados, no estar en el bosque; Ser el bosque en sentido y alma.
Que la intuición sea tu amiga, que la baraja se parta mitad en lógica y mitad en la magia de la experiencia y un condimento especial...la sorpresa que tal vez no existe ¿ pero quién dice que no? Tal vez todos tengamos una partícula de dioses aunque sea una vez,un segundo, un momento.
El momento se anticipa, no respiro, no bombeo sangre pués soy la calma, soy el bosque estáticamente vivo y vibrante. Escucho sus murmullos, leo su ingenuidad, huelo su miedo, empatizo con su impotencia ante la injusticia pero me aferro a la fidelidad, un sentimiento en común que va más allá de saber mi condición como figura de ajedrez en un juego que no es de nadie sino de dos que antíguamente se daban las manos y compartían fines de semana.
Entran en mí, mi deber, mi felicidad mide lo que una fracción de segundo, un suspiro, un grito que no llega a nacer.
Cae uno, caen dos...el tercero corre la misma suerte. Sueños que se desvanecen en el aire, estructuras pulverizadas, un lugar vacío en el gran banquete, ríos y mares que se convierten en océanos en aquel espacio vacío. Las luces se apagaron de un soplido.

El cambio, el mundo

Entonces llegué a la conclusión de no seguir peleando por algo que no me pertenecía, por algo que nunca iba a ser mio, por un mundo en el que nunca iba a existir.
El pasar de los meses con sus días, mis gritos desgarradores, mis ilusiones hechas añicos,mi moral aplastada, mi silencioso sufrimiento.
"Buenos días burguesa!"
"Buenos días pena, yo sé que viniste a hacerme compañia hoy como ayer y como mañana"
El mundo no lo sabe, el mundo jamás lo supo y no creo contárselo tampoco...el mundo vió mi uniforme como siempre impecable, el mundo me vió derecha y con una sonrisa pese a caminar sobre cristales rotos,almas rotas y sueños rotos.
¿Por qué la burguesa se enferma? ¿ Por qué la burguesa llora y grita por las noches en la compañía de un completo extraño ocasional? ¿Por qué la burguesa no es más que una figura pálida y perdida en los mares urbanos de todos los dias con sus noches?
El mundo no sabe que a su vez yo poseo un mundo,una fortaleza,un castillo o un simple jardín oculto donde todos mis pensamientos y lo que hace a mi ánima van a vivir al abrigo del otro, el mundo compartido que es de todos y de nadie al mismo tiempo.
Mi aliado ya no era mi aliado y tampoco como enemigo me era fiel, aún como enemigo me mentía, aún como enemigo me ignoraba, aún como enemigo me denigraba.
La compañía del príncipe y sus consejos. La protección y cuidados del mismo quien me buscaba finales felices en los cuales incluirme y disfrazar o entretener mi dolor con placebos y analgésicos existenciales. El príncipe intentaba arracarme el dolor de raíz y no podía, yo no lo dejaba...yo quería seguir peleando por un sueño que no era mío...sin ejercitos, sin armadura, sin nada.
Morían los meses hostiles, pero seguía en mis waltzes febriles tirada en una cama sintonizando una abstracta calma de cuatro paredes y una ventana. Sueños, pesadillas, fantasmas, fantasías...el país de las hadas.
De alguna forma desperté y ya no sentía nada; Nada me dolía. Pregunté al príncipe si era alguna de sus artimanias para evitar que me derramara por el piso...pero el estaba tan desconcertado como yo.El estaba feliz por mi.
El cambio. El cielo era cielo con sus colores y matices, la tierra era tierra con sus formas y yo estaba ahi, yo era parte de todo eso y ningún fantasma falso o verdadero podría arrebatarme ese puesto que siempre había sido mio por hecho y derecho.
Los meses cálidos se tornaron dulces, el mundo paso a estar en mi manos, cuidaba de él, cuidaba de mi y a su vez cuidaba de otros y otros de mi sin reproches, sin reclamos.
Era una tarde de Diciembre, el príncipe y otros más estaban de visita cuando se oyó tocar la puerta y unos gritos enfurecidos. Fui a ver de qué se trataba...y ahi estaba, enrojecido pero cada vez más diminuto. Me preguntaba por qué, me exigía respuestas, me prometía cambios, me confesaba mentiras o verdades irrelevantes. Quería entrar.
Me tembló el alma. Miré en dirección de la tertulia que había interrumpido su diversión curiosa por saber qué pasaba, volví a mirarle a los ojos. No vi nada, no vi a nadie y mucho menos a mi misma: Eso era la verdad ¿ por qué negarla? ¿ por qué correr de ella?
Le dije que no. No le pedí disculpas ni me reí de su momentáneo dolor. Solo le dije que no y que no había lugar para él y que no valía la pena pelear inútilmente por lo que no existía.
No era un resentimiento, no era una venganza, era la verdad y no podía ocultarla.
"Quién era?"
"Alguien que se confundió de lugar."

jueves, enero 24, 2008

La burguesa visita al príncipe

Frío en la ciudad. Mis pies parecerían deslizarse torpemente entre paso y paso. Hay un poco de niebla que antes me parecía un poco atípica, pero ahora me es normal como el sol opaco, los cielos impersonales y el azul celeste cubierto de polvo.
Me gustan estas calles, me recuerdan un pasado amable y comfortable y alientan a un futuro cercano de la misma calidad (o al menos eso me propongo). La gente me mira y me ignora y yo los miro pero no los ignoro (tal vez esa sea mi eterna diferencia). La luz me invita a cruzar la última calle, doblo atravesando un tramo escondido entre árboles y vuelvo a la luz para meterme en otro tramo en penumbra y así. Entre tramo y tramo me sumerjo en mares de pensamientos que cambian su oleaje según la cantidad de luz o la falta de la misma. Es una situación bastante simpática pero a la vez un poco atormentante.
Mis pasos se detienen ante un par de puertas. Llamo para ser atendida y una voz monótona me atiende y me hace pasar.
¿Escaleras o ascensor? Da lo mismo, son solo cuatro pisos, pero escojo el ascensor porque el palier me resulta muy agradable y...hoy es uno de esos días en que mis pies son torpes y gustan de hacerme caer.
Uno, dos, tres y cuatro. Abro la puerta, un plato con frutas impresionistas me adentran en mis ojos y en lo último que queda de luz veo un banco de madera que podría ser victoriano o tal vez no. Si mal no recuerdo, el respaldo de aquel tiene la imagen de unas mujeres corriendo con un ciervo en el mas encantador de los claros en el más irreal de los bosques en el más maravilloso de los...
De repente la puerta se abre. Una luz proveniente de la casa dibuja un camino y yo me sobresalto. Por suerte nadie me pregunta qué hago en la oscuridad imaginando o tal vez viendo realmente algo...o nada ¿quién sabe?
Me invitan a pasar. Me piden mi abrigo, me preguntan si tengo frío, si llegué bien y otras formalidades que hoy ya no se ven tanto.
- El señor pronto vendrá a recibirla, pase por aqui ¿Quiere algo de tomar?
- No, gracias.
- ¿Segura? Cualquier cosa me avisa ¿si?
Yo sé que la mayor parte de las veces hago las cosas sin estar muy segura de lo que hago y no del todo convencida, pero en cuanto a estas cosas un poco más pequeñas (pero no menos importantes) puedo manejarme con soltura...aunque ya no sé qué es la soltura o qué no lo es o siquiera si la seguridad en cuanto a algo o la misma nada existe.
Inspecciono la habitación. No es la primera vez que la recurro, pero nunca deja de encantarme. Ahí está la reina en su propio marco, a veces me gustaría haberla conocido, otras no. Los adornos de gansos, pastoras con sus ovejas, jóvenes montados a caballo y ciervos correteando por siempre en la misma posición, parecerían sonreirme. Me dejó caer en uno de los sillones no muy lejano a la reina y su campo de porcelana y cristal y me dedico a mirar un piano que se dedica a dormitar de pie.
Escucho una puerta abrirse. No escucho pasos y luego de algo que no llega a ser tan grande como un rato ni tan pequeño como una fracción de segundo, una mano se posa sobre mi hombro. Yo no me asusto pero sí me conmuevo. Me incorporo y saludo.
- Perdón por la espera.
- Está bien,no hace falta que te excuses.
- No iba a hacerlo.
Se sienta frente a mi, me hace las mismas preguntas que los otros, me pregunta otras originalidades y pronto se dirige al grano.
- Bueno ¿qué puedo hacer por tu persona? ¿surgió algún nuevo escándalo? ¿ necesitas salir sin quemarte los pies, sin perder la cabeza? ¿otro final feliz tal vez?
- Ja! Si de esos yo tengo muchos ya! De nada ya me sirve salir por una puerta, ventana o techo. Yo sola puedo facilitarme eso, digo, ¿no es siempre lo que hago?
El asintió y entendió lo que vendría después por lo que se recostó sobre el respaldo y se dispuso a escucharme con tranquila atención.
- ...Entonces me pregunté qué sentido tenía todo. Está bien, yo siempre me pregunto lo mismo y termino sacando las mismas conclusiones, pero no voy a volver con eso. De nuevo me pregunté y pregunté en serio qué sentido tenía todo. Ya no es una cuestión de paciencia, ya no es una cuestión de tal vez ser benevolente, dejarse enfríar, infectar tanto la herida o el hueso roto que no se termina sintiendo nada...porque bien sabes que un extasis de dolor profundo siempre termina trayendo un sueño más que profundo, como si la piel, el hueso, los nervios no quisieran sentir más y solo se dejan morir de dolor o mejor dicho, de desesperación.
Bueno, yo no vine a darte una clase de anatomía sentimental, mental o espiritual. Pero ¿por qué tiene que ser así? digo, ¿por qué uno tiene que someterse a eso? ¿solo por ser diferente y verdaderamente diferente? ¿porque a este condenado mundo común o realidad compartida con extraños, es un híbrido rencoroso y envidioso que no puede tolerar que venga a alguien a contradecirle abiertamente así nomás? A mi eso ya no me importa, será que me cansé, que mi mal catalogada poca paciencia se terminó o como todos dicen ahora "me desmoralicé y ahora soy un monstruo".
Monstruo o no monstruo, la situación es la siguiente: Voy a seguir sobreponiendo mi mundillo paralelo con sus normas, valores y propósitos por encima de este. Pero bien sabemos que el último no me deja y como no me deja y para colmo tiene la osadía de venir a ultrajarme una y mil veces y tirándole margaritas a los cerdos, yo voy a marchitar esas margaritas y a los cerdos convertirlos en la atracción principal de algún banquete pagano.
Pero no me malinterpretes, no. No voy a sumarme a esa bolsa de infelices que descargan su patética ira y patéticos ideales (o mejor catalogarlos de nulos) en el primero que pasa o en el más débil que encuentran. A mi no me interesan los blancos ocasionales, eso sería conformarme con lo primero que se me presente en frente. Yo quiero algo específico, yo odio deber y que se me deba, entonces yo voy a ir saldando cuentas y dejando todo en limpio...
-Interesante. Bueno, me parece maravilloso y hasta divertido.
-No se trata de diversiones, eso es lo mismo que hacen los otros, ya te dije que quería hacer algo nuevo.
-Bueno, bueno ¿y cómo vas a hacerlo?
-Levantando un solo dedo, como es debido de alguien en mi posición.
-¿Cuál es aquella posición?
- La de alguien que puede hacer algo maravilloso sin tanto esfuerzo y de manera natural como también puede destruirlo hasta que no quede nada. Por eso voy a hacer las visitas de a una y no a la vez.
- ¿Podría ofrecerte algo de tomar?
- Sí
- ¿Qué podría ser eso?
- Un vaso con agua.

sábado, enero 19, 2008

Adios al monstruo


Después de derramarme y levantarme, me dirigí hacia la puerta. El monstruo no se percató de mi salida (ni tampoco de mi entrada o estadía). No le dije nada, porque ya había dicho demasiado porque soy yo quien hace toda la conversación, quien tira de los hilos y quien termina arreglándose para salir por la puerta, la ventana o tal vez el techo. Mi ángel salvador lleva mi nombre, mi cara y mi todo...soy yo siendo mi propia coraza y el arma contra el mundo.
Bajé las escaleras, me escurrí entre la oscuridad y me hice sombra en el dulce regazo de la luz. Ya nadie me miraba con chismosa curiosidad ni tampoco nadie me hacía preguntas. Tal vez se preguntarían si habré desollado al monstruo y algunos más malevolentes se preguntarían si había dejado algo de él. Miré fijamente sus ojos curiosos y burlones y les dediqué una sonrisa serena; "El cancer, el monstruo, el ídolo, la criatura es ahora vuestra. Descansa plácidamente en su recámara y tal vez querrá algún agasajo por la noche; No lo sé."
No se hicieron comentarios, tal vez alguna sonrisa triunfal (incluso antes de su autodestrucción algunos sonríen, que actitud más envidiable...inutilmente envidiable) y alguna reverencia para quien ya se iba. No lo sé, no me importó.
Abrí las puertas,el sol me invadía la cara y el frío de la mañana me abrazaba tiernamente. Hubiese sido desgarrador para cualquiera, pero no para mi porque ya no había qué desgarrar. Caminé a paso normal por entre el camino de piedra, mi cabeza era un mar de pensamientos distantes y distintos. No me sentía mal ni tampoco mi cuerpo estaba en extasis. Estaba sobría y caminando sobre un suelo neutro y ya no existían campos minados ni adentro ni afuera, no habían gritos de guerra, heridas por sangrar, hermanos por llorar ni esperanzas por expresar en la mañana de ua guerra. El mundo estaba tranquilo, tal vez se encontraba sumido en un sueño profundo y sin soñar.
Un grupo de pasos agitados se batían tras de mi. Alguien gritaba mi nombre y yo sabía quién era ese alguien y yo seguía caminando. Los gritos siguieron, las preguntas también y decidí parar mi marcha. Igualmente seguía de espaldas.
-¿ A dónde vas? preguntó encolerizado y ofendido
- A casa.
- ¿Por qué?
- Porque lo que tenía que hacer ya se terminó y no quiero hacer más, tal vez me esté poniendo vieja y menos inocente, no sé, pero el hogar me va a sentar bien.
- ¿Y dónde queda dicho lugar?
- No lo sé. En el mundo, eso es seguro.
Seguí caminando. No dijo nada, nunca dijo nada ¿por qué diría algo ahora? Quiso formular una oración pero yo ya me encontraba lejos y nuevamente inmersa en mi mar personal. Ahora me iría a vagar por el mundo, la idea me excitaba: Ir por el mundo, que nadie supiera mi nombre (incluso inventarme uno!) que nadie preguntara ni osara a preguntar para usar eso en mi contra. Nada. El mundo me recibiría con sus brazos abiertos. Eran brazos hostiles, pero su alma era la demencia y los milagros mezclados como una baraja dispuesta a repartirse entre los jugadores. Y yo era uno de aquellos jugadores. Quien sabe, tal vez ganaría la partida...mientras el minúsculo monstruo me observaba desde su recóndito rincón tal vez regordeandose porque en alguna ocasión caminé cerca suyo, pero nunca con él.