Ibamos corriendo y tal vez caminando probando irresponsablemente la resistencia del aire y la piel de nuestra madre.Eran deliciosas tardes de verano que de a poco y a escondidas se marchitaba y armaba su lecho de muerte.Pese a eso seguía siendo una delicia para tres almas bien cargadas y al borde de la deflagración.Sabíamos lo que hacíamos,pero no sabíamos cómo lo hacíamos.
El pequeño ruido estático,los aviones que cada tanto surcaban el cielo quebrando aquella agradable estructura,el miedo de una fracción de segundo que se cernía sobre nuestra piel pero yo ya de a poco me alejaba de todo eso cual tronco u hoja caida que se la lleva la corriente.
Sin darme cuenta los veía a ellos dos que me miraban con extraña y chuzona curiosidad desde otra posición,otra dimensión.Preguntaban algo que no podía discernir lo que era con exactitud ¿Pero acaso importó alguna vez algo que algún extraño para mucho y conocido para poco dijera? Mis ojos hambrientos brillaban y ese hambre no podría ser satisfecho jamás.De a poco caían en la cuenta,mientras yo hacía fuego con las manos y me bebía a aquel crepúsculo que se desangraba entre gemidos y llantos contrastando con el verdor casi azulino de los prados ya muy lejos,de que algo se anticipaba u ocurría,pero no podían distinguir bien qué.La curiosidad se teñía de repulsión al mismo ritmo en el cual el cielo terminaba de desangrarse para dar lugar a la oscuridad desnutrida y moribunda que a su paso todo lo desbastaba de un bocado.A aquellas fauces todo lo bueno,hidalgo y puro que se había podido conservar iba a morir como martir sacrificado ante los fervientes y enloquecidas miradas de los que presenciaban aquel siniestro culto.
Ya no pasaban aviones,ellos dos ya no estaban y entre aquellos campos hechos cenizas y cielos marchitos coalicionando contra aquel bloque de silencio,desgarrándolo y atravesándolo,el grito.
-Quedate quieta-dijo una voz.
Abrí los ojos y el bioma al cual estaba incluida ahora eran cuatro paredes que me observaban friamente pero con dejos de complicidad.
-Quedate quieta te digo-repitió la voz.
Ahora las paredes se agrietaban como arrugas que atraviesan una piel que de a poco se desvanece o desintegra.Ahora las paredes sangraban su sobrio blanco y quedaban hechas lenguas de fuego muy brillante y vivas como aquel ocaso que se había desangrado y yo había bebido disfrutando cada gota de él.
-Vamos,quedate quieta.Esto va a doler solo un momento-dijo de nuevo la voz acercando a mi extremidad superior derecha una afilada aguja de acero frío y brillante.
-No,el dolor nunca se va a acabar-respondí alejándome y cerrando la puerta.
-Blamberose Ov Shadydowns
3 comentarios:
sis! me gusto, de alguna manera me hace acordar a eso que escribiste de la mujer que estaba, algo asi como internada, y hablaba con aquel hombre. al leer esto, me vuelve aquello, es como si ella estuviera hablando otra vez, en un episodio distinto quiza.
nada mas personita.
la gente, no nos arruino la salida.
=)
besoss
Muy buenooo! es como la continuidad de los parques pero si tantos cortos y con una especie de sueños de guerra,excelente!!
Bacio bacio signorina!!
si, el texto da para interpretaciones varias, eso me gusta. y esa voz misteriosa...mm, si, podria ser un buen relato para continuar.
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