Me acuerdo que me la describieron sin ir más lejos como a una diosa romana.Me hablaron de lo mucho que había significado su estadía en sus vidas,de sus proezas y osadías.Me la describieron como una persona maravillosa y que a la vez estaba más desquiciada que cualquiera,lo cual la hacía tan especial.
Mi primer motivo para dedicarle mi hostilidad fue el haberme enterado que la diosa romana me había visto y calificado de niña bonita y tierna que,traducido a términos un poco menos diplomáticos,significaba que yo no era más que una niñita jugando a ser grande.
¿Alguno recuerda cómo personificaba al cuco,superman o cualquiera de esas figuras cuando era chico? Yo me sentía así al respecto de esta persona y mucho más teniendo aquel coro que,tanto por escrito como oralmente, me repetían una y mil veces las hazañas de este personaje.
La odiaba de día,de noche,de tarde y cuando dormía también.La odiaba porque según lo que me contaban,era de esos seres que se llevan al mundo por delante y todo les era servido en bandeja de plata y hasta tenían seguidores.Tenía un poco de envidia,claro que sí,pero si ella me había arrojado una primera piedra...yo tenía que responder ¿no?
Entonces el día llegó.Iba a salir con algunos de sus adoradores y la deidad iba a aparecer en el recinto.Su heroina aquel día mandó su tapado a la tintorería y sus botas a lustrar.Se peinó prolijamente y se puso su vestido.Modesta pero con estilo y ante todo pulcritud y buena presencia.
En el camino afilaba mi lengua y recordaba las instrucciones para humillar y denigrar diplomaticamente que una vez el Burgués Negro me había comentado,si la diosa romana osaba a instigarme de nuevo.Tenía sed de sangre y no de pasarla bien,no lo voy a negar.
Me encontré con el séquito,nos tomamos unos tragos y reimos de trivialidades varias.Yo estaba a la expectativa mientras contaba extrañas anecdotas sobre otra gente.
Entonces llegó.Ahi estaba...y debo decir que fue para mi una gran decepción.Yo me imaginaba una deidad caida del Olimpo con imponente presencia encandilando todo a su paso,y en su lugar lo que había no era más que una personita insignificante garabateada en algunas partes de su cuerpo y agujereada en otras.Me saludó con timidez y saludó al resto y hablaron de sus cosas.Los observaba.Se comportaba como una adolescente idiota e infantil y no decía nada brillante salvo contar sus aventuras amorosas y pretender ser insana comentando sobre sus fetiches que una vez más,volvian a lo sexual.
Empecé a batallar mentalmente.Esa era considerada una diosa romana y demás,que podía entenderse dado que quien complace bien en una cama,en grupo y repetidamente es recordado y por algunos imbéciles adorado.Lo que más me indignaba es que se admiraran de su presunta locura o ida a los extremos de la cordura,cuando lo único que podía decir era trivialidad tras otra trivialidad y no de las interesantes,no.En mi batalla mental comenzó mi discución silenciosa e inexistente con ella:
"Estimada contraparte,¿por que diantres se considera loca usted? ¿acaso alguna vez se atrevió a cruzar el mundo,caminar por el océano por algo que quiso? ¿decidió romper con las estructuras y,sin que nada ni nadie le importara,salir de la normalidad del día a día o siquiera intentarlo? ¿concretó alguno de sus sueños a gran escala? ¿lo intentó al menos? ¿tiene sueños a gran escala? ¿le declaró la guerra al mundo? ¿estuvo a punto de ganarle? ¿vio lo que realmente había detrás del espejo? ¿su espejo? ¿se derramó por el suelo y luego de ser juntada toda en una copa,decidió tomar forma de nuevo? ¿sabe sentir con la mente? ¿sabe lo que es el dolor indoloro? ¿sabe lo que es soñar con los ojos abiertos? ¿sabe modificar la realidad aunque le corten la cabeza?...¿sabe algo? Yo sí."
Me interrumpió,me preguntó por qué no hablaba y me hizo muchas más preguntas de rutina entre las cuales estaba mi edad.Al escucharla (como si no la supiera) comentó con una sonrisa lo linda que era pero que ella era más grande a lo que respondí que ella no era más grande que yo sinó más vieja y por ende más gastada.
Se quedó en silencio,los demás también pero la noche siguió su curso entre tragos y charlas vacias,solo que ella no se atrevía a mirarme y mucho menos a hostigarme.