miércoles, diciembre 19, 2007

Número 91 (Reflexión)

...Aún así, mi estimada Gritli, no deja de sorprenderme ni entristecerme la falta de madurez existencial y sobre todo, sentimetal a la cual están sometidos la mayoría de los hombres. No que yo no haya caminado por ese sendero ni vuelto a caer en el mismo pozo (que estúpido de mi parte sería hacerme la ilusión de que yo estoy al margen de todo esto...y si realmente lo estuviera ¿Podría yo opinar?), pero soy conciente cuando ya estoy adentrado en el mismo o en el pozo estoy cayendo. Supongo que el tiempo hace eso, antes me daba cuenta cuando ya estaba desparramado en el fondo buscando mis piezas para reconstruirme. Pero nunca llegué a la estupidez de decir,pensar ni mucho menos creer "que nada puede sorprenderme" porque de alguna forma u otra siempre algo me terminó y aún termina por sorprender dando lugar a alguna cosa nueva. No sé tus visiones al respecto, pero creo que alguien que pierde la capacidad de sorpresa no es más que un pobre y cobarde ser que se ampara a si mismo en la utopía de ser de hierro macizo y tener la llave para todo. Son esas las personas que se quedan afuera de la monarquía secreta y al mismo tiempo son esas las personas que la determinan porque si entraran entonces entrariamos todos y ya no sería una monarquía, sino una cosa de todos...y al mismo tiempo de nadie.
No creo que sea valiente ni digno de admiración quien vaya por la vida reflejando su dolor en otros como si fuese algún tipo de juguete enfurecido y para colmo quiera lavarse las manos con una disculpa finjida y un consuelo inexistente. Mucho menos quien va por la vida regalándose al mejor postor para luego terminar en la calle como algún tipo de trapo viejo y desechado.
Quienes toda la vida fueron víctimas deberían preguntarse si no son ellos sus verdaderos victimarios. Vamos, el sentido de la comodidad no es el mismo para todos al igual que los gustos ¿ por qué ocultarlos? ¿para qué seguir negándolos? Quienes son víctimas, en su gran mayoría, van a llegar al fin de las instancias con tal de seguir manteniendo dicha condición.
Por gracioso y ridículo que parezca, para mi el hombre es como un cangrejo. Duro e impenetrable por fuera pero tierno por dentro. Por eso mismo, mientras más duro sea el hombre, más fácil es romperlo y más difícil reconstruirlo...

No hay comentarios.: