lunes, febrero 18, 2008

La semana en el Valhalla: Roter Kristallträumer (...y el rey de la montaña)

...Aterrizamos de pie, pero seguiamos esparcidos por el aire. La casa ya no era casa, nosotros eramos la casa y el mundo que se refractaba en miles de colores a través de esa lluvia de cristal.
Las luces del norte dejaban de ser una mera memoria perdida en uno de mis tantos rincones, se había salido de mi y se representaban en aquellos destellos. Cada pedazo era un prisma, cada partícula de aquellos pedazos era un arcoiris y cada destello nos iluminaba.
Salimos de la casa, curiosamente ya era de día otra vez y todo se veía mas colorido, más vivo y el rey de la montaña saldría a recibirnos... ¿El rey de la montaña?
Me desperté. Era de día efectivamente y el sol me acariciaba la cara. La lluvia de la noche anterior parecia no haber existido jamás y yo estaba en mi nueva habitación tan impecable pero tan poco mía.
Se escuchaba música y yo conocía esa música... ¿tantos años en puntas de pie y no reconocer aquella música? Eso hubiese sido ridículo y hasta humillante, aún más cuando me había conmovido al escucharla por primera vez.
Estaba contenta y era extraño estar así ni bien me levantaba cuando por lo general no entiendo nada ni reconozco ninguna clase de sentimientos cuando lo hago...me convierto en un objeto inanimado pero móvil por unos minutos. Hoy era distinto.
Me quedé pensando en mi sueño, que al igual que mi extraña alegría, era extraño y no por los sucesos sino por ser la continuación de otro... uno jamás sueña lo mismo dos veces y mucho menos segundas partes como si fuera alguna clase de película o saga, aunque tal vez hubiese sido tan solo una mera casualidad que jamás se repetiría ni seguiría... ¿Y qué si esta saga era interminable? ¿que el sueño fuera la realidad o un conjunto de los dos?
Mudé mi campo visual pero mi mudanza fue interrumpida súbitamente. El color blanco y la sobriedad de aquella habitación ajena pero mia habían sido cortados de una forma grotezca pero que no dejaba de ser armónico a todo lo que venía sucediendo. En un rincón sobre una mesita había un montón de manzanas rojas y brillantes.


jueves, febrero 14, 2008

La semana en el Valhalla: Apfeldieb

Las multiitudes y los revuelos de gente. Siempre odié las multitudes y los revuelos de gente aunque me había acostumbrado a ellos al punto tal de serme indiferentes cuando formaba parte de aquella gran masa sin pies ni cabeza, coreografía interminable,recorrido sin final.
Afortunadamente lo encontré entre la multitud lo que terminó con mi crisis de estar perdida en una ciudad nueva y extraña.
Me saludó y lo saludé, dijimos trivialidades, sonreimos como idiotas (o solo yo) y salimos de ese lugar.
Afuera llovía pero el vehículo nos escondió de la lluvia por un tiempo. No decía nada, yo tampoco, la ciudad nos miraba con curiosidad y las luces de escurrían por las ventanas y el parabrisas.
- ¿Era la primera vez que volabas?
- ¿Qué?
-Si ya habías subido antes a un avión.
- Ah, sí. Muchas veces...pero nunca hice un viaje tan largo y mientras ahora donde estaba es de día, aca es de noche...sí...podría decir que es la primera vez que vuelo a un huso tan avanzado.
Nos reimos de mi estúpido chiste, aunque lo catalogó de "adecuado" ¿ Qué era algo adecuado para ese mundo suyo? Podría ser halagador tanto como un desprecio, no lo sabía.
Llegamos y ya no llovía pero el pasar de los autos daban la sensación de lluvia. Me quiso ayudar pero no lo dejé, ya bastante lo estaba haciendo y tampoco era tan débil como para no poder cargar ese mundo de cosas empaquetado. Simplemente no.
Entramos en un lugar muy limpio y ordenado, lleno de objetos curiosos del tipo que a mi me gustaría tener algún día...pero hoy no era ese día.
-¿ Querrías comer algo?
Eran las once de la noche, afuera llovía, pasarían otras diez horas hasta mi próxima comida y la última había sido hacia la misma cantidad de horas.
-No, gracias.
-Para mi no es ninguna molestia ¿ no querés comer nada?
-Así estoy bien.
Acomodarme, comunicarme con la base, hacerme a la idea de vivir ahi por una semana dio como resultado que se hicieran las doce y media...y era mejor irme a dormir.
Afuera llovería o pasarían muchos autos, no lo sabía. La cama era cómoda,no había un solo ruido en el departamento y el aroma a incienso estaba en todas partes.
¡Tengo hambre! ¡Tengo hambre! ¡Dame de comer! ¡Dame de comer ahora!
Los crujidos en mi interior, el silencio del lugar, la noche quieta y dormida interrumpida en tanto en tanto por algún auto o algún ocasional relámpago ¿Por qué no podía simplemente desmayarme de hambre? Y no era que podía interrumpir el sueño de otro para decirle que le había mentido, que realmente quería comer algo, no.
Entonces decidí aventurarme por la casa y guiarme por lo que me acordaba de ella cuando había luz y la poca de la misma que se colaba por las ventanas. Varias veces me choqué con muebles y puntas de mesas teniendo un ataque de pánico instantaneo de ser descubierta y sometida a un interrogatorio.
Llegué a donde quería y ahora me encontraba frente a lo que solucionaría mi ridículo e infantil problema causado por tan infantiles causas.
Abrí lo que para mi era el portal de la gula y en verdad lo era, había muchas cosas que me resultaban un deleite mental y abstracto...pero que me podrían costar un interrogatorio la mañana siguiente o que me catalogaran de ladrona. Y sí, yo estaba robando y me daba pena hacerlo y por eso tenía que elegir bien lo que iba a engullirme como botín...y ahí estaba frente a mi en un plato redondo y trasparente del mas normal vidrio que era común en todas partes.
Ahi estaba, sentada frente a una roja manzana que descansaba solitaria en un plato. Se veía apetitosa y como un manjar entre manjares (aunque a decir verdad, cualquier cosa en ese momento lo era). La tome, la examine de lado a lado con gran admiración como si fuera de oro, la oli, la sentí al tacto.
"Señora manzana, usted y yo nos vamos a embarcar en una aventura de la cual usted jamás volverá pero aseguro darle el mejor de los tratos posibles y que su existencia no haya sido en vano"
Era gracioso hablarle a un objeto inanimado como esa belleza roja y redonda ¿ y eso qué importaba si no había nadie para escucharme, leerme la mente o siquiera enterarse de mi robo?
Entonces después de robar la dichosa manzana,me la devoré desfachatadamente sin importarme las consecuencias de aquel robo,si alguien me estuviera viendo (¿quién?) o cualquier otro hecho.La manzana parecía de oro,se deshacía en mi boca y parecía la última manzana del mundo y yo tenía el gusto de masticarla,hacerla y deshacerla con mis dientes,mi lengua y dejarla caer en las profundidades de mi ser.
Era increiblemente dulce pero no llegaba a empalagarme, era fresca y sutil; Parecía estar viva y viva esparciendose dentro de mi. Un completo delirio.
De pronto sentí una mano y mi delirio por una menzana se convirtió en el horror hecho una extremidad de cinco partes abrazando mi hombro izquierdo e impidiendome alguna escapatoria, condenandome con el simple intercambio de tacto. Ante semejante situación, solo pude dar un grito ahogado.
Se sentó al lado mio y solo podía ver la mitad de su cara, sus ojos no eran mas que dos destellos o reflejos en aquella falsa oscuridad interrumpida por una débil luz proveniente de la gran caja. Me sonrío.
-Apfeldieb
-Puedo explicarlo...
Pero no me dejó explicar nada. Tomó lo que quedaba de manzana y le dio un mordisco entregándomela de nuevo.

miércoles, febrero 06, 2008

Francotirador

La frialdad de la llanura el silencio quieto precedido por los gritos de guerra de algún lugar no muy lejano. La piedra, el bosque, el viento, el silencio que se disfraza y desviste en un arcoiris de grises y pálidos azules. La espera, la tranquila ansiedad, un objetivo incierto, la última partida, el todo y la nada.
Se escuchan pasos, se acercan pero no me ven. Yo soy una piedra, un elemento más que hace a demás elementos del paisaje, de esta escenografía naturalmente hostil que se relame las heridas mientras espera.
El gatillo en el dedo mayor derecho, la mente afilada, los sentidos ampliados, no estar en el bosque; Ser el bosque en sentido y alma.
Que la intuición sea tu amiga, que la baraja se parta mitad en lógica y mitad en la magia de la experiencia y un condimento especial...la sorpresa que tal vez no existe ¿ pero quién dice que no? Tal vez todos tengamos una partícula de dioses aunque sea una vez,un segundo, un momento.
El momento se anticipa, no respiro, no bombeo sangre pués soy la calma, soy el bosque estáticamente vivo y vibrante. Escucho sus murmullos, leo su ingenuidad, huelo su miedo, empatizo con su impotencia ante la injusticia pero me aferro a la fidelidad, un sentimiento en común que va más allá de saber mi condición como figura de ajedrez en un juego que no es de nadie sino de dos que antíguamente se daban las manos y compartían fines de semana.
Entran en mí, mi deber, mi felicidad mide lo que una fracción de segundo, un suspiro, un grito que no llega a nacer.
Cae uno, caen dos...el tercero corre la misma suerte. Sueños que se desvanecen en el aire, estructuras pulverizadas, un lugar vacío en el gran banquete, ríos y mares que se convierten en océanos en aquel espacio vacío. Las luces se apagaron de un soplido.

El cambio, el mundo

Entonces llegué a la conclusión de no seguir peleando por algo que no me pertenecía, por algo que nunca iba a ser mio, por un mundo en el que nunca iba a existir.
El pasar de los meses con sus días, mis gritos desgarradores, mis ilusiones hechas añicos,mi moral aplastada, mi silencioso sufrimiento.
"Buenos días burguesa!"
"Buenos días pena, yo sé que viniste a hacerme compañia hoy como ayer y como mañana"
El mundo no lo sabe, el mundo jamás lo supo y no creo contárselo tampoco...el mundo vió mi uniforme como siempre impecable, el mundo me vió derecha y con una sonrisa pese a caminar sobre cristales rotos,almas rotas y sueños rotos.
¿Por qué la burguesa se enferma? ¿ Por qué la burguesa llora y grita por las noches en la compañía de un completo extraño ocasional? ¿Por qué la burguesa no es más que una figura pálida y perdida en los mares urbanos de todos los dias con sus noches?
El mundo no sabe que a su vez yo poseo un mundo,una fortaleza,un castillo o un simple jardín oculto donde todos mis pensamientos y lo que hace a mi ánima van a vivir al abrigo del otro, el mundo compartido que es de todos y de nadie al mismo tiempo.
Mi aliado ya no era mi aliado y tampoco como enemigo me era fiel, aún como enemigo me mentía, aún como enemigo me ignoraba, aún como enemigo me denigraba.
La compañía del príncipe y sus consejos. La protección y cuidados del mismo quien me buscaba finales felices en los cuales incluirme y disfrazar o entretener mi dolor con placebos y analgésicos existenciales. El príncipe intentaba arracarme el dolor de raíz y no podía, yo no lo dejaba...yo quería seguir peleando por un sueño que no era mío...sin ejercitos, sin armadura, sin nada.
Morían los meses hostiles, pero seguía en mis waltzes febriles tirada en una cama sintonizando una abstracta calma de cuatro paredes y una ventana. Sueños, pesadillas, fantasmas, fantasías...el país de las hadas.
De alguna forma desperté y ya no sentía nada; Nada me dolía. Pregunté al príncipe si era alguna de sus artimanias para evitar que me derramara por el piso...pero el estaba tan desconcertado como yo.El estaba feliz por mi.
El cambio. El cielo era cielo con sus colores y matices, la tierra era tierra con sus formas y yo estaba ahi, yo era parte de todo eso y ningún fantasma falso o verdadero podría arrebatarme ese puesto que siempre había sido mio por hecho y derecho.
Los meses cálidos se tornaron dulces, el mundo paso a estar en mi manos, cuidaba de él, cuidaba de mi y a su vez cuidaba de otros y otros de mi sin reproches, sin reclamos.
Era una tarde de Diciembre, el príncipe y otros más estaban de visita cuando se oyó tocar la puerta y unos gritos enfurecidos. Fui a ver de qué se trataba...y ahi estaba, enrojecido pero cada vez más diminuto. Me preguntaba por qué, me exigía respuestas, me prometía cambios, me confesaba mentiras o verdades irrelevantes. Quería entrar.
Me tembló el alma. Miré en dirección de la tertulia que había interrumpido su diversión curiosa por saber qué pasaba, volví a mirarle a los ojos. No vi nada, no vi a nadie y mucho menos a mi misma: Eso era la verdad ¿ por qué negarla? ¿ por qué correr de ella?
Le dije que no. No le pedí disculpas ni me reí de su momentáneo dolor. Solo le dije que no y que no había lugar para él y que no valía la pena pelear inútilmente por lo que no existía.
No era un resentimiento, no era una venganza, era la verdad y no podía ocultarla.
"Quién era?"
"Alguien que se confundió de lugar."