Otra de tantas

Cuatro paredes blancas,un reloj marcando las once y cuarto de la mañana y sombras verticales que se reflejan en la habitación contenedora del exilio de Renata.Un día soleado,un día perfecto,un día alejado.Estaba sentada en un taburete y el silencio iba y venía al ritmo del tic tac del segundero que su tiempo se tomaba para pasar al siguiente nivel,ya estamos en el vijesimoseptimo segundo y todavía quedan inmensas alturas por escalar.Renata mira.Un bosque higrofilo que se abría paso más allá de sus barrotes.Renata no piensa,Renata siente.El sol rebota en el alfeizar,el sol se deposita en su manos y les hace cosquillas.
Loada la puerta del santuario de tu silencio,del santuario de la sensura total,loada la puerta que le separaban de la batalla campal allá en los pasillos y escaleras que vagamente imaginaba pero no conocía.Loada la puerta que la contenía en sus desmanes que le rendían culto al vigesimoctavo día (que causal coincidencia) que la trigesimoquinto no llegarían jamás.
Todos gritan,todos golpean la puerta pero ella no los escucha,ella está ocupada mirando al bosque es su maxima expresión de belleza y vitalidad salvajes.Tormenta de colores y formas con las cuales se sentía demasiado pequeña como para poder tomarla toda de una vez,de un trago que era su ida directa al extasis de su capacidad sensorial de la cual no volvería jamás.
Suenan las campanas.Antes le daban miedo,la caida de agujas heladas en sus vasos capilares,la oscuridad repentina y otra vez al santuario de tu silencio.Renata apretaba con fuerza por barrotes,estaba por lograrlo.Ya era rutina,ya daba igual,ya no podía sentir nada y asi se sentía cómoda porque no importaba que tanto le hicieran,que tanto le dijeran y obligaran a hacer,ella era el sol,ella quemaba los barrotes y ella se escapaba al bosque y estaba allí el tiempo que quería.
Renata de nuevo de encendía y era una llamarada constante pero para su desgracia ya venían tras ella y solo quedaba correr,econderse,incinerar al bosque.Jamás permitiría que le hicieran semejantes horrores a ese bosque que era su bosque.Qué hacer? Qué hacer cuando el sueño de la realidad se convierte en las posibilidades de un sueño sometido a la impunidad externa? Matarlos? Pero ellos volverían,ellos siempre volvían! Incinerar el bosque e incinerarse a ella misma,eso haría.
Ardió como mil infiernos,destruyó las formas,los colores,los sonidos y todo lo encontro a su paso.Redujo todo a cenizas y polvo que serían arrastrados por el viento del olvido.Renata saldría de toda esa realidad perversa y perseverante que la acosaba constantemente.Esa realidad no era realidad sinó un invento ideado para marginar a los enemigos del órgano artificial con el cual no accedieron a contribuir limitando lo único que realmente los diferenciaba unos de otros.
En guardia! Preparad armas! Apunten...fuego!
Todo cayó.Todo se hizo pedazos y Renata estaba por todas partes...Renata ya no estaba,a Renata se la llevaban muy lejos.
Dieron las doce en punto y la oscuridad se diluyó.Torpemente volvió Renata a su antiguo lugar...pero ya no había nada...nunca hubo nada,su mente le jugó una mala pasada.Otra de tantas.

-Blamberose Ov Shadydowns